jueves, 18 de diciembre de 2014


Hay clases

Recuerdos de un profesor amigo...


Hay clases que huelen a balón de baloncesto,
y otras que huelen a miel y granadas.
Hay clases que tienen olor añejo,
hay aulas que huelen cansadas.

Hay sitios que desprenden tristeza,
apatía y silencio, hay gente, hay niños,
pero no huelen a casi, casi nada.

Hay clases, gente, muchachos,
que desprenden olor a vida,
a almizcle rico, a sudor y ganas.
Hay clases que huelen,
y otras no huelen a nada.

Hay aulas donde siempre es primavera
y lugares que mendigan el sol
como si nunca un hogar hubiera.

Hay aulas que brillan aunque no haya focos,
aunque estén oscuras y amplias.
Son porque están ahí, mirando, calladas,
soportando las palabras de nosotros.

Hay aulas que dicen y hablan,
hay gente que habita,
hay niños que abrazan,
y hay otros que evitan.

Sin embargo,
no hay clases, lugares, salas,
no hay sitios, espacios, aulas.
Hay sólo muchachos y niños,
hay vidas, hay almas.
A veces en pie, a veces apagadas,
pero siempre, siempre llenas de alas.


Ojalá nosotros sepamos despertarlas.

jueves, 11 de diciembre de 2014

A la mar

A la mar me llaman,
a la mar me llevan,
a la mar que brama,
a la mar que suena.

Al azul del agua,
al azul de seda,
al azul que ama,
al azul que quema.

A la sal que salta,
a la sal que llega,
a la sal de casa,
a la sal de veras.

A la arena clavan,
a la arena arrecian,
a la arena balas,
a la arena guerras.

A las olas claman,
a las olas truenan,
a las olas marcas,
a las olas nuevas.

A la mar me llaman,
a la mar me llevan,
a la mar que brama,
a la mar que suena.

A la mar mi barca,
a la mar se echa,
a la mar mi alma,
a la mar mi estrella.

A la mar que sala,
a la mar de arena,
a la mar que ama,
a la mar. A ella.

A la mar me llaman,
a la mar me llevan,
a la mar que brama,

a la mar que sueña.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Volveré a encender las rosas
Inspirado en A. Machado

Volveré a encender las rosas
que viven en tus rejas,
no habrá para mí otra cosa
que mueva mi sangre vieja.

Volverá la ruina a su candil,
habrá una plaza donde queme
el sol sus rayos rojos y abril
cante con sus gotas a la gente.

“No quiero llamar a tu ventana…”,
y tu voz me quema como un fuego,
no me quedan fuerzas ni ganas
para andar jugándome otros juegos.

Tus labios encendidos de reflejos,
prendidos en el puente rojo,
tientan a la mar de atrevimiento,
roban la mirada en cada ojo.

No quiero llamar y estoy llamando,
es tiempo ya para el incendio.
Te quiero amar, te estoy amando,
quiero tu vientre contra el viento.

Esa vieja plaza antigua,
su ruina que amenaza,
el silencio se amortigua,
y yo, en la reja,

                   en tu ventana.