HAY MUCHO AMOR
a los pies de camas de quienes van
marchando,
hay mucho escondido en pechos,
esperando a romperse en mares de caricias,
hay amor en las mañanas, y en las tardes,
hay amores bañando noches silenciosas,
hay tanto, gratis, callado, presente, cercano.
Hay amores como aguas
que calman sedes ignotas,
que riegan campos, pueblos,
plazas, almas, albas, alas.
Hay amores como soles
que dan luz y a luz dan,
que queman de verdad y salvan,
que alumbran y sostienen
lo que vive, respira, y calman.
Hay amores como panes
que alimentan con su harina acariciada,
que se desnudan de cortezas,
que se desvelan por las noches
buscando bocas para besarlas.
Hay amores como mares,
que son vaivén que suena a ola,
que, vivos, son llevados del aire,
que pueblan la tierra toda
llenándola de juegos, fiestas, bailes.
Hay mucho amor guardado
en ese señor mayor que sale
cada mañana a pasear solo
esperando a hablar o que lo haga alguien.
Hay mucho amor ahí fuera,
en la brizna de hierba,
en ese señor amable,
en esa flor que suena,
en aquel pájaro que huele,
en ese trino dulce de vida,
en ese estambre lleno de polen.
Hay mucho amor, y no es noticia.
Solo los ojos pueden informarse
a través del corazón, su portavoz,
que es el que al amor le pone el hambre,
ese órgano danzante eje del Mundo,
ese micrófono de bailes,
ese órgano mágico que sabe
que hay tanto amor
por fuera,
por dentro,
en
cada
detalle
que es una lástima no informarse.
Hay mucho amor por derramar
en cada corazón que late.
¿Seremos, humanos, seres
capaces de dejarlo que se expanda,
de abrazar, compartir y destilarse
por cada poro
en nuestra vida
en toda vida
en toda parte?