Nuestro grito, un arma
15M de palabras olvidadas...
Hay un grito de esperanza,
con paso firme y decidido
el pueblo al fin avanza
a forjar juntos un camino.
Su grito será su arma,
no habrá golpes ni heridos,
su bandera serán sus palmas
tendidas a todos, al distinto.
Que el viento llegue hasta las casas
de los pobres, de los ricos,
y que en todas -todas- las ventanas
haya pan, justicia, y vino.
Se acabaron ya las trampas
de los bancos y políticos,
a partir de ahora las cartas
no vivirán en sus bolsillos.
La fuerza está ya en pie y bien alta,
es nuestra, y mientras viva
la llevaremos por las calles y las plazas,
la llevaremos hasta el fondo de las cimas.
Nuestros corazones como llamas
son hogueras que hoy les gritan,
que jadean, que pelean, sueñan y aman,
y no cejarán en su empeño ni dormidas.
Serán en nuestras manos alma
las quejas de este pueblo que crepita,
seremos portadores de acamparlas
hasta que los grandes las reciban.
No; esto por ahora no se acaba.
El sueño ha comenzado y no termina,
que hemos descubierto nuestra garra
y somos, entre todos, fuerza viva.
Al fin, la realidad, tiembla y habla,
antes parecía como dormida.
Los que tienen el poder callan,
tienen miedo, y su credibilidad perdida.
Ahora la voz está en las plazas,
ya no hay silencio en las esquinas,
el pueblo entero clama y lanza
su credo, sus pasiones, sin mentiras.
Aquí están, aquí, plantadas,
como roca firme, estas semillas,
que preñadas de presente y esperanza
serán nuestros puñales de caricias.
Si hay realidad es para cambiarla,
para dejar las viejas fantasías
de que unos pocos puedan gozarla
y muchos tengan que sufrirla.
Aquí está nuestro grito: la palabra,
el diálogo, el respeto, mano tendida,
no hay mejores ni peores, todos hablan,
esta es nuestra revolución: la vida.
Que no callen nuestras armas,
que no perdamos la saliva,
que las asambleas todas cantan
lo que en el corazón ardía.
Vamos juntos: ¡ARRIBA!