sábado, 14 de abril de 2018



     
ALAGUA


Llevas con tus dedos
la suciedad deslizada por incendios,
pules toda roca a canto y pala,
llueves sobre ríos,
                        te haces eco.

Mojas de la piel el puro centro,
limpias las ciudades acortinándolas
de líquido transparente y bueno.

A la flor cada canción de ti le sabe a fe,
al barro tu acorde da color,
al cansancio tu abrazo lo hace viento.

Ases con tu fuerza mares cientos,
llevas con el viento barcos,
izas con cascadas pueblos,
a tus pies ciudades tienden
vida, alma y su sustento.

Sabes que tu voz ahuyenta al fuego,
y en tu boca habitan peces,
bailes, danzas, y los viejos
sabios alaban tu ser cuando llegas
y anhelan tu sabor a nada cuando faltas.

Porque a nada sabes
sabiendo a todo,
Y en todo estando das sostén
a todos los sabores
que, sin ti, no sabrían
a qué sabe el sabor,
qué sea una salsa,
qué un cuerpo,
qué un foso,
qué la vida,
qué el amor.

Sin ti la vida se marchita,
sin ti el calor es más calor,
sin ti la muerte precipita
la hoguera para el último adiós.

Cuidemos de ti cada caricia,
que cada gota tuya sea un don,
que no haya más verdad,
                        Agua querida,
que tierra y tú seáis nuestra canción.

Si ves que nos perdemos en las luchas,
si a cada paso nuestro no hay perdón,
pon tempestad para las guerras,
pon suavidad para la flor.

Guarda tu voz en tus mil charcos,
siembra tu fuerza al derramarte,
cala de nuevo en nuestra senda,
haznos saber que tú, agua, eres yo.

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